El ejército del Reino de Valencia

Per Pere Martí i Martínez

El estudio de la historia del Reino de Valencia, nos lleva poco a poco pero indefectiblemente a redescubrir los episodios más fascinantes, los privilegios más importantes (Privilegium Magnum) y los honores más altos a los que un pueblo ha podido y puede optar. Distinciones y logros pasados que un día tuvo este añejo pueblo y que de alguna manera continúa manteniendo vivos en su cultura, en la idiosincrasia de sus gentes y en el presente más próximo que se fundamenta en su pasado más lejano.

La realidad cultural autóctona que se gestó en estas tierras regnícolas tras siglos y siglos de mestizaje cultural, dio a luz las más grandes glorias que pueden adornar a una cultura. Cultura hispana pionera en literatura, arte, música, medicina, comercio, banca, derecho naval… Es decir; de las de mayor auge y esplendor económico y político de su entorno.

Hablar del Estado valenciano, no es nada desatinado cuando Valencia tuvo durante siglos fronteras con sus aduanas, Cortes y Fueros regios, leyes, pesos, monedas, medidas y milicias propias. Es decir; todo aquello que pudiera configurar una entidad política independiente, unida sólo por la figura del rey a la corona. La de Aragón.

Desde la configuración más primigenia del recién conquistado reino musulmán de Valencia, por las huestes cristianas de Jaime I “el Conquistador” en el siglo XIII, se empezó a gestar la organización política y jurídica del nuevo reino, y como no podía ser de otra manera, también la de su particular y propia defensa que garantizase la seguridad del nuevo y viejo a la vez, territorio regnícola.

En 1266 el propio rey Don Jaime I, liberó de impuestos reales a los habitantes de la ciudad de Valencia (Alcira también tuvo este privilegio) que se mantuviesen prestos con cabalgadura y armas para acudir al servicio del ejército siempre y donde fueran requeridos. Pasando revista anualmente ante el “Batlle General del Reino”. Estas milicias serian el germen de las milicias ciudadanas o milicias urbanas.

Pedro I “el Grande” (III de Aragón) hijo de Jaime I nacido en Valencia en 1239 o 1240, durante su breve reinado de nueve años (1276-1285) tuvo que hacer frente (al igual que su padre en 1258 y 1263) a guerras y sublevaciones mudéjares contando con ciudadanos autóctonos (mozárabes, muladíes y valencianos de nacimiento como el propio rey Pedro I) y colonos para hacer frente a las agresiones armadas. Siguiendo la efectiva política militar de su padre que obligaba a la totalidad de la población valenciana (incluida la nobleza y el clero), a colaborar en la defensa activa del reino y de su capital.

Alfonso I “el Liberal” (III de Aragón) nacido en Valencia en 1265, hijo de Pedro I y nieto de Jaume I, incluyó un privilegio especial de excepción incorporado a los Fueros de Valencia que eximia de la obligación que tenían los ciudadanos valencianos de prestar servicio armado y de su correspondiente mantenimiento pecuniario. Quedando la obligación de servicio armado muy restringida a pocas excepciones.

“No pueden los gobernadores forzar a las villas para que les den hueste y cabalgada, sino en los casos permitidos por Fueros y privilegios”.

Estos casos permitidos eran: cuando se tratase de la defensa interna del reino, ya sea por ser atacada la frontera o por ser invadido el reino por enemigo armado. O cuando fuese el señor rey en persona al frente de la hueste. Esta milicia, “no podía salir ni en todo ni en parte del Reino, ni por accidente ni por caso inopinado”, ya que: “esta milicia efectiva tiene que servir solo para salvar la defensa de este Reino dentro de los límites de él y no de otra manera”.

De esta forma tan temprana, se crean en el siglo XIII las milicias urbanas, que con otros cuerpos valencianos que se irán conformando a lo largo de los años por pragmáticas reales, ordenanzas, ordenaciones, disposiciones, privilegios, etcétera, compondrían el grueso del ejército del Reino de Valencia hasta bien entrado el siglo XVIII.

Jaime II “el Justo” (II de Aragón) nacido también en Valencia en 1267, e hijo de Pedro I (III de Aragón) es el creador de la valenciana Orden Militar de Montesa en el año 1317. Orden que actuó militarmente dentro y fuera del Reino de Valencia en numerosísimas ocasiones. Bajo su reinado en 1306, tenemos constancia del armamento de tres navíos (tres “llenys”) para la defensa del litoral, ya que la costa valenciana desde tiempo inmemorial, fue asediada por piratas y corsarios.

El 3 de junio de 1365, Pedro II “el Ceremonioso” (IV de Aragón) otorgó un privilegio real para formar una milicia valenciana permanente que custodiara en celebraciones y defendiese en batallas a la bandera del rey; que posteriormente bajo el mismo reinado se convertiría en la bandera (senyera) del Reino de Valencia. La real Senyera coronada sobre franja azul.

Esta milicia se denominó “el Centenar de la Ploma”, constituida inicialmente por un centenar largo de hombres (ballesteros, lanceros y arcabuceros). En 1390 bajo el reinado de Juan I “el Cazador”, pasó a ampliarse el número de efectivos a un total de doscientos hombres armados.

En 1470 (ciento cinco años después de su creación) Juan II “el Diplomático” rey de Valencia entre 1458 y 1479, concedió un nuevo privilegio a esta milicia, en forma de emolumentos, autorizándolos a su vez a llevar todo tipo de armas.

La defensa y custodia de la real Senyera, parece ser que contó con otro tipo de milicias más efímeras en el tiempo. El 23 de julio de 1376, en las Cortes de Monzón, el propio rey Pedro II creó una fuerza de caballería con idénticas funciones que “el Centenar de la Ploma” compuesta por otro centenar de hombres a caballo. De esto tenemos constancia por las ordenaciones que se expidieron en 1391.

Como vemos, la importancia de la real Senyera valenciana superaba con creces la idea de un mero estandarte real, era algo más que una bandera, era un símbolo regio que representaba la identidad de un pueblo. En ningún otro reino de España, ni de Europa, parece que existiese una enseña que contara con una compañía armada para su escolta y defensa.

La Senyera valenciana, además, era en toda regla una bandera de guerra, solía ir con la hueste del reino y de la ciudad de Valencia para llevar a cabo acciones militares. La simple amenaza de sacar la Senyera y proceder a su colocación en las Torres de Serranos (acción que significaba la declaración de guerra contra el ofensor) era en ocasiones, suficiente para conseguir amedrentar y hacer rectificar al supuesto agresor.

El Cap i Casal del Regne, en bastantes ocasiones convocó a su milicia para satisfacer, resarcir y/o defender “a sanc i foc” sus privilegios particulares dentro del territorio valenciano contra otras poblaciones por “contra-fuero”.

Hoy, en el siglo XXI, la real Senyera valenciana mantiene los siguientes honores, siguiendo un estricto protocolo único en Europa.

1º-. La real Senyera coronada valenciana no hace reverencia, ni se inclina ante nadie. Por eso se traslada siempre que es necesario y de forma solemnemente en posición vertical.

2º-. Representa a la figura del rey en su ausencia. Actualmente, el rey D. Juan Carlos I ostenta entre sus títulos el de ser rey de Valencia.

3º-. Tiene el honor de recibir las veintiuna salvas de ordenanza.

4º-. Como bandera real y castrense, recibe los honores militares de un piquete de soldados. Antaño, estos honores los recibía de la compañía del “Centenar de la Ploma”; ahora, le corresponde… al ejército español.

Durante el reinado de Juan I “el Cazador”, Martín I “el Humano”, Fernando I de Trastámara “el Pacificador” y sucesivos, uno de los grandes problemas defensivos (prejaimino) que siempre padeció el Reino de Valencia tuvo una incidencia especial. La amenaza costera era un punto débil que convenía cubrir. Piratas y corsarios musulmanes e incluso cristianos de todas las procedencias acosaban las costas valencianas.

Concretamente, en el año 1381 se creó una flota compuesta por los reinos de Valencia, Mallorca, y el condado de Barcelona para patrullar defensivamente la costa y realizar esporádicamente incursiones de castigo en la costa africana de Berbería. Esta flota conjunta tuvo su punto álgido alrededor del año 1399, bajo el reinado de Martín I “el Humano”, cuando se organizó una armada naval integrada por unas setenta naves de combate y cerca de ocho mil soldados.

La cercanía del reino musulmán de Granada, dificultaba la defensa de la frontera sur del reino valenciano, convirtiendo esta zona fronteriza durante siglos en una “marca” de constantes incursiones granadinas, ataques y desembarcos norteafricanos. Documentados ampliamente desde los albores del siglo XIV hasta el XVII. Esta defensa del litoral, corría a cargo exclusivamente del Reino de Valencia. Es decir; tropas (defensa activa), dinero e infraestructuras (defensa pasiva) a cuenta de los “Consells” de las ciudades o villas afectadas y/o interesadas.

Reinando Alfonso III “el Magnánimo” (V de Aragón) entre 1416-1458, tuvo lugar un ataque (…de tantos) llevado a cabo por una flota tunecina que desembarcó en Benidorm capturando a la mayoría de sus habitantes para posteriormente venderlos como esclavos. A consecuencia de este luctuoso suceso, se destacaron cuatro guardias en “les Penyes de l´Abir” y cuatro más en el cabo de Moraira para alertar a la población expuesta e impedir episodios tan trágicos como el sucedido.

Como venimos indicando desde el inicio, la defensa desde el siglo XIII (legislación foral) se realizaba por los propios habitantes. En caso de necesidad se organizaba un ejército de caballeros (si los había), o sino de comerciantes, artesanos, campesinos… que no tenían más remedio que hacer frente al agresor. Posiblemente, aunque mal preparados, no había ni hay mejor soldado que el que defiende a su familia, casa, heredad y propiedades. De todas formas, fueron los “Consells” locales los que se encargaron de alistar y organizar de manera más efectiva a sus ciudadanos para constituir unas milicias para su autodefensa.

A partir de mediados del siglo XV y a consecuencia de la unión dinástica de los reinos de Aragón (Fernando II “el Católico” 1479-1516) y de Castilla (Isabel I “la Católica”) la defensa en los siglos siguientes se centrará en tierra, al contrario que sucedía en la Edad Media, que se apoyaba principalmente en el mar. Esto generará la creación de tropas en la práctica totalidad de las poblaciones del Reino de Valencia con posibles para ello.

Reinando Carlos I “el Emperador” de 1517-1568 (I de las Españas), las Cortes Valencianas de 1547 fueron las que promovieron la formación de un cinturón costero compuesto por torres vigía a lo largo de toda la costa valenciana. Estas torres vigía (almenaras), ya fueron utilizadas por los musulmanes para comunicarse entre diversas poblaciones y alertarse por medio de columnas de humo y hogueras de fuego de ataques o incursiones del enemigo. Estos puntos de observación y “guaita”, contaban con su respectiva guarnición desde la frontera con Cataluña hasta el reino de Murcia. Esta guarnición autóctona de la zona, podía disponer de armas y artillería, contando con cuatro o más hombres para el servicio de vigilancia. Destacando los “atajadores” a caballo, que eran una especie de unidades móviles conocedoras de la orografía, rápidas y muy efectivas para desplazarse, pudiendo detectar la presencia enemiga en la costa y avisar al mismo tiempo del peligro a las poblaciones amenazadas para su refugio y defensa.

En 1554, el virrey de Valencia, Duque de Maqueda, dispuso la elaboración de las “Ordenanzas de la guardia marítima del Reyno de Valencia”, que se completaron con otro tipo de disposiciones varias e informes como por ejemplo el de 1563 titulado: “Discurso sobre la fortificación y defensa del Reino de Valencia, del maestre racional de aquel Reino, y de Juan Baptista Antonelli”.

Reinando Felipe I “el Prudente” (II de las Españas) 1556-1598, sabemos por documentación que en 1558 solo la villa de Elig (Elche) tenía 204 arcabuceros, unos siete alabarderos y otros diez ballesteros.

De esta época también, (mediados del XVI) encontramos núcleos importantes del sur que tuvieron que constituir sus propias milicias para su defensa, como es el caso de: Alicante, Orihuela, Villajoyosa, etcétera.

Prueba de ello son los textos de la época que nos indican como se intentaba desarrollar esta defensa, como por ejemplo el de 1574 titulado: “Relaçión de lo que al Marqués de Mondejar le parece neçesario para la guarda y defensa del Reyno de Valençia”, o las ordenanzas de 1576 para las compañías de caballería de la ciudad de Valencia, “gente de a caballo”.

Pero esta defensa afectaba a todo el reino (no lo olvidemos). En 1597 bajo el reinado de Felipe II (III de las Españas) 1598-1621, se erigió la “Milicia Efectiva”. Esta milicia consistía en alistar alrededor de diez mil hombres, adiestrados en sus respectivas poblaciones, para formar diez compañías de mil hombres, destacando cada una de estas compañías en diez ciudades o villas del reino. También en este reinado, en 1618 se armaron dos galeras a cargo del reino para la defensa de la costa valenciana, su existencia y misión fue efímera, porque finalmente en 1620 pasaron a engrosar la flota real.

Reinando Felipe III (IV de las Españas) 1621-1665, se realizaron diversas pragmáticas reales que regulaban el ejército del Reino de Valencia. La pragmática de 1650 indicaba: “…Ordenamos y mandamos, que se formen ocho Tercios de infantería; con nombre de Tercios del socorro de la frontera, y defensa del Reyno” “Que los dichos ocho Tercios consten de cinco mil hombres efectivos…” “Que estos ocho tercios han de ser: El de la Ciudad de Valencia y lugares que le tocaren por distrito, de ochocientos hombres: Y los otros siete de a seyscientos, divididos en compañías iguales, conforme el repartimiento que abajo se declara.”

El tercio viejo de la ciudad de Valencia, del “Cap i casal del Regne”, contaba con quinientos soldados divididos en ciento cincuenta picas, ciento veinticinco mosqueteros y doscientos veinticinco arcabuceros. Cinco compañías de sesenta soldados cada una. Divididas cada compañía en diez y ocho picas, quince mosqueteros y veintisiete arcabuceros. Y siete tercios compuestos por diez compañías de sesenta soldados cada una. Divididas cada compañía en diez y ocho picas, quince mosqueteros y veintisiete arcabuceros.

Estos tercios eran: el tercio de la ciudad de Segorbe, el tercio de Castellón de la Plana, el tercio del Maestrazgo, el tercio de Alzira, el tercio de la ciudad de Denia, el tercio de la ciudad de Xàtiva y el tercio de la ciudad de Orihuela... entre otros.

A continuación, incluyo, de forma esquematizada y para visualizarlo mejor, una distribución muy reducida (exactamente a la mitad, ver NOTA a pie de página) de lo que llegó a ser la base del contingente valenciano.

Constancia de esto tenemos por ejemplo en las ordenaciones de 1673 “Ordenaciones tocantes a la custodia y guardia de la costa marítima del Reino de Valencia” donde se hace un interesante repaso catalogando entre otras cosas a: los capitanes y compañías de caballería, “alcaides”, artilleros, atajadores, guardias y atalayas, soldados y guardas de las torres, fortalezas, centinelas y asistencia a ellas, oficiales y soldados de la costa, guarniciones de las torres en los diferentes “partidos”, restricciones y penas.

En 1692 se realizó una nueva pragmática real que abolía las anteriores y constituía la fuerza armada del Reino de Valencia en seis mil hombres de infantería y mil trescientos de caballería.

El problema sucesorio entre Felipe IV (V de las Españas) y el Archiduque Carlos de Austria, III de Valencia, desatará una auténtica guerra a nivel europeo, donde diferentes naciones del viejo continente se opondrán a la hegemonía dinástica de los Borbones sobre el resto de estados de Europa. Aunque hubo partidarios en ambos lados, mayoritariamente el Reino de Valencia se decantó hacia la causa austracista.

El Archiduque Carlos de Austria, III de Valencia (III de Aragón y III de Cataluña), juró los Fueros del Reino de Valencia, fue coronado rey de los valencianos en 1705 en Denia y actuó como tal durante dos años hasta que fue destronado por Felipe IV “el Nefasto” (V de las Españas).

De este periodo hay datos de milicias valencianas que actuaron bajo la causa de Carlos III.

A parte de los “maulets” partidarios de la causa austriacista, que eran milicias populares compuestas por civiles de diferentes estratos sociales: campesinos, artesanos, comerciantes… estaban las ya mencionadas milicias urbanas y tercios valencianos.

Cuando llegó la noticia del alzamiento “maulet” a la ciudad de Valencia, el virrey felipista del reino no pudo utilizar esta fuerza por resultar inconcebible que lucharan contra su propio pueblo.

De hecho, las autoridades borbónicas valencianas solicitaron el regreso al reino de un tercio de seiscientos infantes valencianos que se encontraban destacados en Cádiz, pero el peligro de que se unieran a sus compatriotas alzados hizo que Felipe IV desistiese de la propuesta realizada por la autoridad borbónica de la ciudad. Finalmente el “Cap i Casal del Regne” se unió al alzamiento “maulet” capitulando el “Consell” borbónico de la ciudad. A partir de entonces se empiezan a crear nuevos regimientos para luchar por los Fueros, privilegios y libertades nacionales que garantizaba el reinado de Carlos III.

Así, el 12 de noviembre de 1705, tenemos la creación de un regimiento de quinientos hombres para la defensa del reino.

El 28 de julio de 1706, tenemos constancia de: “La proposición del virrey a los oficiales de las milicias” donde se dan nombre a seis regimientos por ser los más plausibles a la devoción valenciana. Estos serían: El regimiento de “la Concepsión Inmaculada de Nuestra Señora”, el de “Nuestra Patrona y Reyna de los Desamparados”, el de “los Santos Patrones Visente Martir y Ferrer”, el de “San Jorge Patrón del Reyno” el de “Nuestro Patricio San Luis Bertran” y el de “El Gran Padre de pobres Santo Tomás de Villanueva”.

El 1 de agosto de 1706 el General D. Rafael Nebot solicita la creación de dos nuevas compañías de cincuenta hombres cada una para apoyarlo en la contienda.

También tenemos constancia del regimiento “Ciudad de Cartagena” (que contaba con muchísimos valencianos en sus filas), el regimiento de “Fusellers de Joseph Martí” formado en Alicante en 1906. El regimiento de la “Ciutat de Alacant” comandado por John Richards, formado en 1706 y pagado por Inglaterra. El regimiento de infantería “Ciutat de Valencia” formado en 1706; en el momento en que se desarrollaba la batalla de Almansa se encontraba de guarnición en Requena, a donde cayó prisionero el 2 de mayo de 1707. El regimiento de infantería “Regne de Valencia”, formado en 1706 y al mando del coronel Joseph Bellvís. Regimiento “Mare de Deu dels Desamparats”, formado en 1713 por soldados valencianos que formaban el regimiento Nº 1 Ahumada, estos iban a ser evacuados pero decidieron quedarse y luchar hasta la muerte. Constituyendo un regimiento específico de valencianos en Cataluña.

Finalmente, Felipe IV (V de las Españas) fue rey “foral” del Reino de Valencia de 1700 a 1707. El 29 de junio de 1707 se procedió definitivamente a la abolición definitiva del régimen foral por medio del “Decreto de Nueva Planta” o del “Casón del Buen Retiro”.

Este hecho, lo anunció el general borbónico Berwick cuando en mayo de 1707 entró en una ciudad de Valencia humillada, vencida y derrotada militarmente:

“Este reino ha sido rebelde a Su Majestad y ha sido conquistado, haviendo cometido contra Su Majestad una grande alevosía, y assí no tiene más privilegios ni fueros que aquellos que Su Majestad quisiere conceder en adelante”.

Con este rey se fueron cinco siglos largos de organización foral valenciana al traste, desde entonces y por “justo derecho de conquista” pasamos a regirnos por las leyes y costumbres de Castilla.

La historia y organización militar de Valencia, del Reino de Valencia, experimentó un cambio sustancial, no desapareció, en modo alguno, desde otra perspectiva se continuaron creando batallones y regimientos armados que actuaron en diferentes contiendas y escenarios.

El realengo valenciano tardó en diluirse en “provincia” (tierra conquistada) a lo largo del siglo XVIII y XIX, de hecho, de forma más simbólica que efectiva, las tierras valencianas continuaron teniendo esa aura real de Estado autónomo que hoy en día aún mantiene, surgiendo en cuanto se explora ligeramente nuestro pasado… apareciendo como la parte más visible de un iceberg imperecedero. Que lo que nos muestra, no es nada comparado con lo que nos oculta y desconocemos.

Curiosamente, el olvido, la ausencia de concienciación social y la carencia reivindicativa, junto con la manipulación y tergiversación histórica, han conseguido generar la impresión de que en nuestras tierras valencianas se carece absolutamente de cualquier rasgo o hecho diferencial que pudiera equiparar a los valencianos a las nacionalidades históricas de primera. Hoy ya, y gracias a algún que otro texto estatutario: naciones. Naciones que no han tenido ni la mitad de los logros y privilegios que ha tenido el histórico Reino de Valencia en todos los ámbitos y en todos los campos.

Sé, para finalizar, que hay muchos más datos que añadir, e infinidad de hechos y acontecimientos que han quedado en el tintero. Pero solo he querido breve y muy sintetizadamente, dar un ligero repaso de lo que fue la organización militar de Valencia, del Reino de Valencia a lo largo de casi cinco siglos de historia.

Articul publicat en el "Diario de Valencia" en la seccio d´opinio, en març de 2007.

cites

Y más ha concedido Dios a Valencia una lengua polida, dulce y muy linda, que con brevedad moderada exprime los secretos y profundos conceptos del alma, y despierta el ingenio a vivos primores, donde le resulta un muy esclarecido lustre.” “Esta lengua formaron de lo mejor que había en la lemosina y por lo que les faltaba recurrieron a las tres lenguas más excelentes de todas las del mundo según antes hemos probado. De la hebrea tomaron... De la griega... De la latina tomaron todos los otros vocablos para hacer que la lengua fuese muy copiosa y tuviese propio nombre a cada cosa por rara que fuese.
Rafael Martin de Viciana

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